Dios de lo Imposible

En este pasaje, Adonisedec, rey de Jerusalén, al enterarse de la conquista de Jericó y Hai, y del pacto de paz entre Israel y los gabaonitas, se alarma. Gabaón era una ciudad importante, y su alianza con Israel preocupa a los reyes amorreos. Adonisedec convoca a otros cuatro reyes amorreos (de Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón) para atacar Gabaón en represalia.

Los gabaonitas piden ayuda a Josué, quien responde inmediatamente, marchando toda la noche desde Gilgal. Dios le asegura la victoria a Josué, diciéndole que no tema, ya que entregará a los enemigos en sus manos. Israel sorprende a los amorreos en Gabaón y los derrota, persiguiéndolos mientras huyen. Durante la batalla, Dios interviene lanzando grandes piedras desde el cielo (granizo), matando a más enemigos que los israelitas mismos. En medio de la batalla, Josué pide a Dios que detenga el sol y la luna, y Dios escucha su petición.

El sol se detiene y el día se alarga, permitiendo a los israelitas completar su victoria. Este evento es destacado como un día único en el que Dios escuchó la voz de un hombre para intervenir de manera tan extraordinaria en favor de Israel.

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