Mateo 13:1-4 narra la parábola del sembrador, donde Jesús habla de la semilla que cae en diferentes tipos de tierra. La buena tierra representa un corazón receptivo y abierto a la Palabra de Dios. Reflexionar sobre la buena tierra implica cultivar un espíritu dispuesto a recibir la verdad divina, permitiendo que las semillas de la fe y la sabiduría crezcan y den fruto. Así como la buena tierra nutre las semillas para que florezcan, cultivar una relación profunda con Dios nutre el alma para una vida llena de virtud y propósito.
